Acaba el año y en unos días estaremos inmersos en el inicio de uno nuevo. Un período en el que es recomendable fijarnos nuevos objetivos. Pero para ello, hay un paso previo que consiste en realizar un análisis sobre lo acontecido en el 2018, una revisión anual simple y sencilla [utilizaremos 3 preguntas/reflexiones que veréis más abajo y que en su momento me provocó una lectura del polifacético Chris Guillebeau].
Un análisis que debe ser por escrito, como siempre me gusta recordar, lo que no se escribe no existe. Un análisis que marca el último stop & think del año y que nos debe volver a recordar que nos paramos poco a pensar desde la distancia mientras pasamos cientos de horas contestando mails y WhatsApp de manera compulsiva.
En estas navidades desde los medios de comunicación nos están recordando que somos adictos a la tecnología y que, por el contrario, no dedicamos tiempo a los que deberíamos y además de manera presencial. Os invito a que dentro de la revisión anual seáis críticos con vuestro uso de la tecnología sobre todo en la parte que afecta negativamente a vuestros principales objetivos, como seguro será lograr un mayor equilibrio entre la vida personal y profesional.
Y este es precisamente mi regalo de Navidad, el provocarte esta reflexión con papel y boli a estas 3 preguntas:
1/ A nivel profesional, ¿qué avances he logrado este año?
2/ ¿En qué aspectos creo que debería haber ido mejor?
3/ ¿Qué aprendizaje y enseñanzas me deja este año?
Una vez realizado esto, y después de lograr una recarga necesaria durante las vacaciones, vendrá la reflexión sobre cuáles son los objetivos que me planteo para el 2019.
Por fortuna, no me cansaré de repetir que
«Dependemos de nosotros mismos».
¡Feliz Navidad!