En las últimas semanas del año que acabamos de despedir, he podido comprobar gracias a mi trabajo que algo está cambiando entre los profesionales de diferentes sectores, desde técnicos y mandos intermedios a directivos y profesionales liberales de diferentes ámbitos como la abogacía, la sanidad o la industria. Todos admiten que la falta de organización y planificación es una responsabilidad individual, motivada por su falta de efectividad más que por causas externas. Al mismo tiempo, todos reconocen que desean alcanzar más control, menos estrés y más resultados en su vida personal y profesional.
Seamos realistas, para alcanzar esas metas no sólo debemos tener la sensibilidad y actitud necesarias, lo fundamental es nuestra acción efectiva. En consecuencia, la primera idea que propongo para 2020 es que solucionemos el pecado capital en la gestión del tiempo y la única forma de hacerlo es justamente dedicando más tiempo y esfuerzo a ello, debemos dedicar más tiempo a reflexionar sobre cómo nos organizamos. Si no lo hacemos así, aspirar a tener un nuevo año con más control, menos estrés y más resultados se quedará en puro voluntarismo y no alcanzaremos nuestros buenos propósitos.
¡A por ello!