Acabamos de vivir una situación excepcional donde son muchas las personas que con cierta sorpresa me confiesan que han logrado sacar experiencias muy positivas tanto a nivel personal como profesional; muchos se han descubierto con mayor capacidad de gestión de la adversidad de las que ellos mismos consideraban que poseían. Y lo mismo ha ocurrido en muchas organizaciones y empresas. Por una parte, porque no quedaba otra, se han vencido muchas resistencias al cambio y gracias a ello hemos avanzado en meses lo que hubiera costado años. Y en paralelo a ello, en algunos casos incluso los equipos se han cohesionado más que nunca y hemos descubierto muchas cosas buenas de compañeros, jefes y colegas, paradójicamente nos hemos conocido un poco más.
La situación que hemos vivido a raíz de la pandemia ha sido muy inesperada e incluso excesivamente adversa en algunos casos. Pero la adversidad no es nueva.
Mi posición laboral actual de mentor y consultor de directivos me permite poder observar la vida de muchas personas de cerca. Y algo que aprecio cada día es que, tarde o temprano, todo el mundo acaba teniendo momentos de adversidad, y por desgracia, en ocasiones no vienen solos. Es común observar en nuestro círculo cercano, circunstancias de elevada complejidad a nivel personal (enfermedades, rupturas de pareja, duelos) y a nivel profesional (pérdida del trabajo, dificultades económicas, reinvenciones profesionales complejas, problemas con tu superior). Cualquier persona, antes o después, en mayor o menor grado, se tendrá que enfrentar a problemas de diferente índole que la propia vida nos trae.
Y al mismo tiempo, vivimos bajo elevados niveles de presión y cambio continuo con mayor rapidez que por desgaste acaba suponiendo una adversidad. Por ello resulta clave aprender a vivir con un mayor nivel de positivismo y de capacidad de ver ese cambio como algo normal y necesario. En consecuencia, junto con la capacidad de adaptarnos al cambio, la resiliencia ha pasado a ser una habilidad clave en la vida laboral en la que las empresas tendrán que desarrollar a sus empleados como se hizo con el liderazgo, el trabajo en equipo o la comunicación.
Son muchas las organizaciones que ya están en ello, invirtiendo en ayudar a sus equipos a pasar esta situación de la mejor manera y a prepararlos para el futuro a través del desarrollo de la resiliencia. Por supuesto, con esfuerzos y acciones formativas de gran valor añadido que en circunstancias normales no habríamos ni considerado. Os pongo como ejemplo a la empresa PFS group, donde a una acción formativa se le da un valor añadido incalculable. Se trata de la participación final de su CEO con la elaboración, post webinar sobre resiliencia, de un píldora de comunicación adaptando la temática a su realidad ,con todo el valor que eso supone.
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