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STEVE JOBS NOS ARRUINÓ LA VIDA

agustinperalt.es

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Nadie discute que la irrupción de nuevas tecnologías como el iPhone junto con la aparición de internet y sus redes sociales han revolucionado el mundo de la comunicación. Pero también es verdad, que para muchos, esto provoca un problema de dependencia que a su vez conlleva una enorme pérdida de tiempo en nuestro día a día. ¿Cuál es el precio a pagar? Un coste personal y profesional muy elevado, con consecuencias dañinas que no todo el mundo es capaz de calibrar.

Los últimos estudios destacan que el periodo medio de consulta del mail es cada 9 minutos, o lo que es lo mismo, abrir el correo más de 120 veces al día. 120 veces al día que interrumpimos lo que estamos haciendo para luego retomar esa misma tarea. Esta conducta tiene muchas consecuencias negativas. Por una parte, el coste que supone el cambio de actividad en periodos de tiempo tan cortos y de manera tan repetida durante la jornada laboral. Y por otra parte, lo que es aún peor, la desaparición del trabajo de calidad, es decir, la pérdida de la capacidad de centrar el foco en una misma tarea durante cierto tiempo, con atención plena y sin distracciones.

En mis sesiones en empresas, compruebo que esta tendencia va a peor. Los profesionales y directivos capaces de mantener el hábito o la rutina diaria de trabajar en temas relevantes durante periodos de tiempo suficientemente amplios (mínimo 45 minutos y al menos dos veces al día) representan un porcentaje muy bajo. Y esos pocos profesionales que logran destinar un par de bloques de tiempo diarios a temas relevantes, logran diferenciarse del resto. Es lo que se conoce como trabajar con el foco puesto en lo realmente importante, con frecuencia diaria y con atención plena versus trabajar con el piloto automático y continuas distracciones excepto algunos días en los que ya no queda más remedio que meterle mucha intensidad y empachos de última hora.

La frecuencia diaria siempre vence a la intensidad esporádica. Cuando evidencio esta práctica, son muchos los que se convencen de que a pesar de esta excesiva dedicación a sus móviles e internet, todavía logran sacar el trabajo. Y así es, pero a un coste, excesivo, de invertir muchas horas, o de bajar la calidad del trabajo. O, lo que agrava más la situación, vivir con una tensión poco saludable como supone la angustia del último minuto para tener las cosas a hora. Y luego son los primeros en quejarse del stress o la falta de tiempo, o en justificar el por qué no consiguen los resultados esperados por causas ajenas a ello.

En un momento laboral tan competitivo, considero que la gran mayoría de las personas desea mejorar como profesionales. Es precisamente en este tema, donde existe un campo de superación individual que está al alcance de todos. Controlar el uso de las tecnologías e internet es hoy por hoy una clara ventaja que nos facilitará disponer de tiempo para aquello realmente importante, además de trabajar con mayor atención y calidad. Todo ello, nos ayudará a lograr tanto a diferenciarnos profesionalmente como a disponer de más tiempo para aquello que deseemos.

Para empezar a cambiar, aquí tenéis una serie de pasos y consejos a seguir, si de verdad queréis mejorar la calidad de vuestro trabajo y vuestro modelo de organización:

1.- Auto diagnostícate en el uso de las tecnologías: uso del whatsapp y mail, consulta de redes sociales…y coge conciencia sobre cómo afecta a tus periodos de trabajo y a la calidad de concentración. ¿Cuántas veces al día logras estar mínimo 45 minutos con la misma tarea y atención plena?

2.- Pon reglas y límites al uso y acceso a redes y móviles evitando tentaciones. Reglas tan sencillas como meter el teléfono en el cajón durante periodos de 45 minutos o desconectar el wifi son muy efectivas para evitar la consulta obsesiva del mail. ¿Tienes tus propios rituales para lograr esa concentración sin distracciones?

3.- Evita convencerte de que debes estar conectado cada minuto de tu vida pues lo fácil es convencerte de esa excusa y dejar llevarte por el mail y el teléfono. Muchos me argumentan la necesidad de estar siempre conectados por su jefe o clientes. Si es preciso marca con ellos las nuevas reglas de comunicación, pero no dejes que ello condicione cada minuto de tu día. ¿Has marcado las reglas de comunicación con las personas cercanas para evitar malos entendidos y evitar tener que estar continuamente conectado?

Y sobre todo, pregúntate lo siguiente cada mañana:

¿Trabajo para mis objetivos o trabajo para lo que me entra por el mail y por el móvil?

Este artículo escrito por Agustín Peralt ha sido extraído de la web de BCC Conferenciantes donde fue publicado por primera vez el 28 de octubre