Estamos viviendo un momento único a todos los niveles: sector público, empresas privadas, familias y personas. Un momento lleno de altas dosis de incertidumbre y adversidades que exige un cambio constante, y que hace que las características de un buen líder se aprecien más que nunca.
Hablábamos de entornos VUCA (vulnerables, inciertos, complejos y ambiguos en su traducción al castellano) y ya hablamos de entornos BANI (quebradizos, ansiosos, no lineales e incomprensibles). Ya sólo el hecho de pararme a describir el nuevo acrónimo me produce vértigo. En mayor o menor medida, está suponiendo un desgaste silencioso pero continuo en muchos líderes con tasas de burnout muy elevadas y crecientes.
Tenemos que asumir que muchos de estos cambios han venido para quedarse, con nuevas reglas de juego en cuanto a la forma de trabajar, y que exige implantar muchos cambios tanto en las organizaciones como en los líderes de cualquier nivel. Todo ello sin olvidar que se ha incrementado la complejidad que ya veníamos arrastrando, por la diferencia de planteamientos de las distintas generaciones que cohabitan en las organizaciones.
Además, en paralelo, se ha producido un cambio en el modelo de trabajo inimaginable hace unos meses: trabajo presencial versus remoto con esta necesidad para los líderes de ser capaces de dar autonomía y flexibilidad a sus equipos. No únicamente a los millenials, en cuanto a su forma de organizarse, si realmente quieren retener o, mejor dicho, fidelizar a su talento.
En definitiva, supone un esfuerzo colectivo diseñar unas reglas de juego motivantes y comprensibles para todos y que vuelven a suponer más cambios. De esta forma, el tan anhelado engagement y el concepto de felicidad en el trabajo están viéndose afectados.
Características de un buen líder
Tal y como hemos comentado anteriormente, los líderes están pasando por un momento de incertidumbre y cambios bruscos que, sin lugar a dudas, afectan al día a día. Por ello, en este artículo vamos a explicar cuáles son las cualidades de un buen líder, el cual se adapta a todo tipo de cambios y circunstancias, sin dejar que le alteren.
Organizar el tiempo: ser productivos
En esta nueva situación tan inesperada, los líderes están empezando a reconocer la creciente dificultad para liderar y motivar a las personas. Empiezan a aparecer dudas sobre la productividad de muchos de ellos por las circunstancias que se dan en algunos casos o por el propio agotamiento. Un círculo vicioso contrario al de la mejora del engagement y la productividad por el que tanto habíamos invertido. Las reacciones por parte de las organizaciones están siendo de todo tipo. Algunos imponen una serie de mínimos frente a otros que optan por fórmulas flexibles jamás imaginadas.
Y todo ello, bajo la presión de tener que ser más eficientes que nunca desde el punto de vista económico. La reducción de muchos mercados nos obliga a atacar la cuenta de explotación desde la mejora de los costes, entre otras medidas, y debemos lograr más con menos.
Y precisamente por esto, las exigencias a nivel organización, a nivel líderes y a nivel logros individuales son cada vez mayores. Y el tiempo disponible durante la semana es el que es y la solución no puede pasar por trabajar 12 horas diarias 5 días a la semana con algún esfuerzo adicional durante el fin de semana. Máxime cuando todos habíamos interiorizado que se podía lograr un equilibrio entre lo personal y profesional, una verdadera conciliación, necesaria y merecida.
Frente a este deseo, y como señalábamos, el burnout laboral con un gran agotamiento y sensación de falta de control empieza a crecer de manera progresiva entre muchos altos directivos.
Y ante esto, actitudes de no aceptación o queja llevarán al fracaso de los profesionales y por ende de las organizaciones. Los momentos de adversidad son invitaciones a elegir: elegir la queja, el lamento y el seguir actuando de manera reactiva, o elegir salir reforzados a nivel individual y grupal desde nuestra acción y responsabilidad individual. El locus de control interno es más necesario que nunca.
La necesidad de dar un paso adelante por parte de las organizaciones y sus líderes en cuanto a desarrollar las características de este nuevo liderazgo.
Equilibrar el foco en la tarea con el interés en las personas
En este contexto, las organizaciones, sus departamentos de personas y la alta dirección deben ayudar a todos los profesionales que lideran equipos a desarrollar esas características que van a ser determinantes para ser un buen líder. En estos últimos meses me he reafirmado en algo en lo que ya creía, y es que las organizaciones necesitan acompañar, más que nunca, a sus directivos en el desarrollo a nivel competencial para poder estar lo más preparados posibles y por encima de todo, deben aprender lo que supone el nuevo modelo de liderazgo.
Gracias a la experiencia que me ha dado haber estado cerca de muchos directivos durante estos últimos años, así como el estudio de los muchos modelos existentes y la puesta en marcha de iniciativas con ellos, he identificado tres pilares claves de la efectividad que todo directivo ha desarrollar. Lo llamo modelo de efectividad circular porque es un círculo virtuoso que engloba lo siguiente:
- el liderazgo efectivo,
- la resiliencia efectiva, y
- la productividad efectiva.
Como directivos hemos de asegurarnos de que somos capaces de liderar de manera efectiva a nuestros equipos, y cumplir lo que se espera de nosotros: motivar, desarrollar, acompañar, alinear objetivos, corregir, etc., todo con un equilibrio entre resultados y personas.
Ser resilientes: demostrar adaptación frente a la adversidad
Al mismo tiempo, esto también pasa porque los líderes en el trabajo deben ser ejemplo sobre cómo actuar frente a la adversidad y a esa complejidad creciente. Y ello exige ser resilientes por partida doble: demostrar resiliencia a nivel individual y ayudar a nuestros equipos a prepararse o superarse ante la adversidad, facilitando su refuerzo en esta competencia.
Pero es imposible hacer todo esto si nos falta tiempo, control y organización. He aprendido con mis clientes que el primer paso en el desarrollo de las características de un buen líder es su propia organización personal.
El líder debe, desde su propio autoliderazgo, gestionar su agenda y su tiempo desde una productividad efectiva para que tenga tanto la actitud como la capacidad de organizarse y priorizar como le exigen las circunstancias, sin quemarse ni desgastarse en el largo plazo. En muchos casos, no logramos dominar nuestro tiempo y nuestra agenda cuando las circunstancias nos cambian porque no tenemos un método que nos ayude a ello, lo cual afecta a nuestra capacidad de liderar a nuestro equipo y de ser resilientes ante la adversidad.
En momentos de mayor adversidad todo se nos desborda y si no no disponemos de un sistema inmediatamente se nota en la organización, porque por un lado damos mal ejemplo, y por otro no disponemos del tiempo para nuestro equipo y lo abandonamos.
Por lo que el primer paso para desarrollar las características de un buen líder es mejorar la productividad efectiva con el método FASE, un método de organización personal para líderes que llevamos co-creando con ellos, como coaches para ejecutivos, en los últimos años codo con codo.
El método FASE será el primer paso a dar en el desarrollo del modelo de efectividad circular en la búsqueda de un liderazgo realmente efectivo.