Que unos holandeses inviten a un español a dar una conferencia en Ámsterdam bajo el título «Work smarter, not harder» y la presentación de
Método FASE, una metodología española de productividad y gestión del tiempo, puede parecer un chiste y, sobre todo, poco creíble. Por eso añadimos al título: «Work smarter, not harder and LIVE BETTER». La idea de querer saber las claves de los españoles para disfrutar de la vida resulta mucho más atractiva.
Bromas aparte, la semana pasada estuvimos en Ámsterdam invitados para esta conferencia por
QBE Amsterdam, gracias a Sebastián Ijaz y Beatriz Valenti, todos ellos clientes del método. Primera sorpresa: ¡aforo completo! Y, conociendo bien la plaza, ya que algunos de nosotros hemos trabajado en el país anteriormente, nos sorprendió que le dieran tanto valor a los mensajes que solemos trasladar.
Segunda sorpresa: acogida muy positiva, mucho mayor de lo esperado.
Esto nos dejó pensando en las razones detrás de tan buena recepción. Posteriormente, al hablar con Joris, nuestro coach que lidera el norte de Europa, llegamos a la siguiente conclusión: la tecnología, que vino para ayudar, ha deteriorado progresiva y silenciosamente culturas de alta productividad como la holandesa, donde ahora empiezan a tener problemas con la gestión del tiempo más que en el pasado. El mal uso de la tecnología para comunicarnos en todas sus vertientes – email, móvil, Teams – así como el poder de secuestrarnos de internet, entre otras cosas, ha provocado que la multitarea se apodere de todo, dificultando el resto. Nos hace no disponer de suficiente tiempo, incapaces de trabajar con atención plena sobre determinados temas, y nos quita energía durante el día.
Y esto nos lleva a la rueda del hámster del deterioro silencioso y progresivo, donde nos acaba faltando tiempo para pensar en nuestras prioridades o para planificarnos bien. Qué ironía.
Nuestra conclusión es clara: la tecnología, o mejor dicho, el mal uso de la tecnología (como dice Jon Acuff, «there is a whole industry that does not want me to grow, that does not want me to change, that does not want me to stay connected to what really matters«), ha hecho que las personas y culturas productivas lo sean menos, y que las que no eran productivas estén en caída libre. Y por eso vemos tantos casos de burn-out.
No es la carga de trabajo, ni la problemática de los sectores, ni lo complicada que es tu empresa, ni tu jefe, ni tu equipo, ni tu pareja; somos nosotros y nuestra incapacidad para detectar que, con esta forma de trabajo, todo es mucho más complicado de lo que realmente es. Debemos cambiar. Todo el mundo puede encontrar el equilibrio, pero hay que realizar un esfuerzo por lograrlo.
¿Estás dispuest@?