El líder de un equipo es el máximo responsable cuando uno de sus miembros sufre un proceso de burnout. Reconocerlo puede ser duro, pero es una realidad. Por eso, ser un buen líder es fundamental para evitar que aquellos que hemos pasado por ello experimenten lo mismo. Caer en ese estado del que luego cuesta tanto recuperarse.
Es por eso, entre otras muchas razones, que muchas personas invierten tiempo en aprender cómo ser mejores líderes. La consecuencia positiva de esto es que evitamos hacer cosas que sabemos que afectarían negativamente a nuestra percepción como buenos líderes (por ejemplo, dar un feedback negativo a un miembro del equipo delante de otros). Sin embargo, esto no implica necesariamente hacer todo lo que sabemos que deberíamos hacer para ser buenos líderes (por ejemplo, no dedicar suficiente tiempo de calidad al equipo de manera sistemática). Esto se convierte en un arma de doble filo, ya que nos sentimos en deuda con ellos y compensamos en exceso o no somos suficientemente contundentes cuando las cosas no se hacen bien.
¿Y por qué nos ocurre esto? Es muy sencillo: no tenemos una de las bases necesarias para ser buenos líderes: dominar nuestra agenda y nuestro tiempo lo suficiente como para llevar a cabo comportamientos, prácticas, rutinas o hábitos que nos conduzcan a un liderazgo equilibrado. El equilibrio implica movilizar a nuestro equipo para lograr los resultados deseados, pero también tener en cuenta cómo cuidar de ellos atendiendo a sus distintas motivaciones y necesidades.
Un buen líder que no se organiza bien no será un ejemplo para su equipo y no tendrá el tiempo necesario para dedicarlo a su equipo, ya sea de forma individual o en grupo.
Necesitamos tiempo para pensar en cada uno de ellos, observar cómo están y luego dedicarles tiempo de calidad. De lo contrario, gran parte de lo que muestra este fantástico gráfico explicativo sobre cómo evitar el burnout en tu equipo se queda en teoría. El líder tiene un poder de influencia mucho mayor en la prevención del burnout de su equipo de lo que podría imaginar.
Todo lo que propone este blueprint (Tamara Beckford MD, MS) requiere dos cosas. Primero, un genuino deseo de ayudar a nuestro equipo. Segundo, ser organizados para disponer del tiempo suficiente para llevar a cabo todas esas acciones.
El liderazgo implica un ejercicio previo de autoliderazgo, que implica evaluar nuestro nivel de efectividad y organización, así como nuestra disposición para mejorar en estos aspectos. El autoconocimiento es la base clave de cualquier proceso de cambio.