Una de las mayores sorpresas que me he llevado en el mundo de la formación es descubrir lo mucho que aporta liderar grupos de estudiantes universitarios con varias nacionalidades en el aula al mismo tiempo. En ocasiones, incluso mucho más que las formaciones a ejecutivos que suelen ser más previsibles.
La semana pasada pude participar en una sesión con alumnos americanos de la University of Illinois at Urbana-Champaign y españoles de la Universidad Europea de Valencia . La sesión estaba basada en el modelo «learning by doing”, donde lo que pretendemos es que los estudiantes aprendan participando en múltiples actividades en el aula por equipos con nacionalidades mezcladas. Y donde, desde la acción y con el profesor como mero dinamizador, escucha y guía pero desde una posición menos activa que la de los alumnos.
Fue una gran experiencia en la que pude reafirmarme una vez más en las siguientes conclusiones:
1. A los 20 años la capacidad de aprendizaje de los alumnos es muy superior a la de los 30, 40 o 50, si bien debemos provocar que actúen en actividades como si fueran ejecutivos seniors, confiando en ellos.
2. Los alumnos que durante sus estudios han tenido summer jobs (simples dependientes o camareros) tienen muchos pasos adelantados.
3. Las sesiones en las que el profesor habla y los alumnos toman apuntes no funcionan de manera óptima con las nuevas generaciones.
4. Los jóvenes carecen de creencias limitantes sobre la dificultad de trabajar con otras nacionalidades.
5. Los libros de liderazgo van a tener que ser revisados, pues lo que funcionaba con nuestras generaciones no funciona con estas.
6. El exceso de formalidad aburre a los jóvenes y con aburrimiento no se aprende. Y lo más importante de todo, quizá necesitamos los de mi generación más formación que los propios jóvenes para así poder entender a los futuros líderes. De lo contrario, nos pasarán por el lado y luego nos quejaremos de las prejubilaciones.