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La regla del 80-20 aplicada a tus ‘síes’ y ‘noes’

Decir «sí» a las cosas y demostrar proactividad es una cualidad diferenciadora en ciertos momentos de tu carrera profesional. En los primeros años, demuestra buena actitud, proactividad y entusiasmo. Además, te beneficia en tu propio aprendizaje y en el establecimiento de relaciones internas valiosas. Resulta ser un factor diferenciador. Probablemente, te ayuda a ser considerado para futuras promociones y evolución dentro de la organización.

A medida que avanzas, tu agenda se va llenando. Son muchos más los temas y las personas que requieren tu atención. No se trata tanto de demostrar proactividad queriendo decir «sí» a todo, sino que son los demás quienes van llenando tu agenda con invitaciones a reuniones, correos electrónicos solicitando tu intervención… Y es entonces cuando comienzas a experimentar que tu agenda no da abasto.

En este momento, las personas reaccionan de manera muy distinta:

Por un lado, están los voluntariosos, que piensan que pueden con todo y que su deber es decir «sí» a todo, creyendo que el valor diferencial reside en abarcarlo todo mediante un sobreesfuerzo inhumano. Se deterioran silenciosa y progresivamente, y su rendimiento empeora. Estas historias no suelen tener un buen final y, con total seguridad, su evolución se ve frenada.

Luego están aquellos que perciben que su plato está demasiado lleno y su frase es: «llego hasta donde llego». Sin embargo, ese «hasta donde llego» no se basa en ninguna reflexión coherente. Sin ser conscientes, corren muchos riesgos al no atender a menudo a lo realmente importante. Y en un momento dado, algo importante les explota. Su reacción ante el fallo determinará si es el fin o una última oportunidad. Aquí también se observan todo tipo de reacciones.

Finalmente, están los que han aprendido que la calidad de sus «síes» es proporcional a la cantidad de sus «noes», es decir, que no se puede ni se debe intentar abarcar todo. Proactivamente, y teniendo identificado lo más importante, se enfocan en ciertas áreas mientras evitan muchas otras. Saben que el mundo perfecto no existe y que no todo lo que no es importante es rechazable, pero sí que ser intencional es clave. Reservan su mejor versión para los temas clave e importantes, y en el resto aplican el mínimo esfuerzo.

La regla del 20-80 forma parte de su ADN.

La calidad de tus «síes» y la cantidad de tus «noes» son la base para alcanzar resultados extraordinarios. Y a mayor nivel de responsabilidad, aún más. El desafío es que definir tus «síes» e identificar tus «noes» requiere tiempo para reflexionar. Y por alguna razón, nos cuesta hacerlo; preferimos seguir en la rueda del hámster que nos impone el día a día, que en muchos casos nos deja tan agotados que no queremos detenernos a pensar.

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