“Agustín, eres un grandísimo profesional…pero de la excusa”. Esto es exactamente lo que me soltó mi gran amigo Juan Planes cuando le estaba intentando convencer de que no tenía tiempo para leer. Y probablemente, ha acabado siendo uno de los mejores consejos velados que me han dado en mi vida profesional.
Por una parte, leer es clave. Es un elemento diferenciador evidente que caracteriza a empresarios de éxito como Juan Roig o el mismo Juan Planes, que se autodenominan devoradores de libros y artículos de management y crecimiento profesional. La lectura mejora nuestras competencias profesionales de una manera muy amplia: habilidad al comunicar, más conocimientos, mejor concentración, mejora nuestro “critical thinking” y además es un pasatiempo barato que requiere de bien poco.
Por otra parte, la excusa de no tener tiempo es uno de los grandes pecados de nuestro mundo actual. Lo compruebo cada día en muchas empresas y profesionales sean del tipo que sean. Tiempo hay suficiente tanto para trabajar y ser un buen profesional como para la familia, los amigos, el deporte, la lectura y realmente para todo. El día dispone de 16 horas que con planificación, método, rituales y fuerza de voluntad son suficientes para lograr lo que nos propongamos. El problema es que el ser humano prefiere vivir sin reglas, rituales u obligaciones y dejarse llevar por lo que va apareciendo dentro de su jornada.
Aparentemente, dejarse llevar es más cómodo pero es muy peligroso pues los días, las semanas y los meses pasan, y por desgracia no avanzamos en lo que queremos. Algunos me llegan a verbalizar que ellos prefieren vivir así, pero luego llegan las sorpresas y los lamentos. Lo viví en primera persona cuando comprobé que no tenía método de organización ni rituales, sino simple inercia para solucionar, con demasiado voluntarismo, todo lo que me iba llegando. No era más que un directivo lleno de estrés y ansiedad. Y en la actualidad, veo esa imagen mía del pasado en muchas personas que voy conociendo. Me encuentro directivos y empresarios con talento e incluso mucha experiencia, pero con las mismas problemáticas de falta de tiempo y estrés. La mayoría reconoce que tiene un problema y verbaliza que desea poner una solución a sus males, y podemos clasificarlos en dos grupos según sus actuaciones: unos actúan para mejorar, logrando un método y luchando cada día por ritualizarlo, mientras que otros se convierten en grandes profesionales de la excusa.
Ahí está nuestro reto como externos para aportarles valor y cambiar inercias, y por eso precisamente lo primero que me gusta conocer de un directivo es su sistema de gestión del tiempo y organización personal con él mismo y con sus equipos.
Y no puede finalizar este post de otra manera más que recomendando un libro que para mí es una obra maestra llena de grandes consejos del gran Tom Peters.
¿Cuál es tu excusa para no leerlo?
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