La calidad de tus SÍES depende de la cantidad de tus NOES
¿Alguna vez has sentido que el día a día te arrastra por lo mucho que te reclama, dejando la duda de si estás diciendo que SÍ a demasiadas cosas? No estás solo. El 80% de los managers admite tener dificultades para decir «no», según un estudio de Harvard Business Review. Otro estudio, en este caso de la Universidad de California, encontró que decir «no» a tareas de baja prioridad puede aumentar la productividad hasta en un 20%. ¡Imagina lo que podrías lograr con un 20% más de tiempo y energía!
Por lo tanto, en muchos casos, aprender a decir «no» podría ser la clave para lograr tiempo de calidad para temas realmente relevantes.
Esto, además, enlaza con una revelación que me compartió un cliente recientemente sobre cómo aportar valor a la organización en temas que siempre había pensado que eran muy complejos, como la estrategia para los próximos cinco años. Me dijo: «Descubrí que definir la estrategia no era tan complejo siempre y cuando le dedicara tiempo de calidad con suficiente anticipación». ¿Te suena familiar? En muchas ocasiones, los temas que tenemos que abordar no son tan complejos, sino que la falta de tiempo y espacio mental para afrontarlos se debe a los muchos otros temas de menor importancia a los que decimos que sí.
Aquí es donde entra en juego el ‘No’ estratégico.
Pero, ¿cómo implementamos esto en la práctica? Aquí hay tres estrategias que he visto funcionar:
- Prioriza implacablemente: Cada mes y cada semana, identifica por escrito los temas más importantes. Todo lo demás es negociable.
- Crea una cultura en relación a este tema dando visibilidad a tu equipo: Enseña a tus colaboradores a evaluar el valor de trabajar en lo realmente clave, tanto en tu nivel como en el suyo. Por eso es importante saber decir que no a determinados temas sin miedo a lo que pueda ocurrir.
- Comunica con claridad: Un «no» bien explicado es mejor que un «sí» a medias. Ofrece alternativas cuando sea posible o simplemente rechaza explicando el porqué.
En mi experiencia personal, implementar estas prácticas no solo aumentó nuestra productividad, sino que también redujo el estrés y mejoró la satisfacción del equipo. Resulta que decir «no» nos permitió decir «sí» a lo que realmente importaba.