A primera hora del día disponemos de nuestro depósito de la energía y de la fuerza de voluntad a máximos. A medida que pasa el día, ambos van agotándose.
Por ello, es muy importante realizar las tareas más complejas y costosas a primera hora para evitar tanto la pereza como el cansancio y así, no las posponemos.
Esto ocurre en el 90 por ciento de los casos a lo que los ingleses le denominan «morning thinkers». El restante 10 por ciento, los «evening thinkers», disponen de más energía al atardecer.