El verano y las vacaciones son momentos perfectos para desacelerar, ser más observadores y disfrutar del presente. Me encanta observar cómo se comportan las personas en hoteles, aviones y restaurantes. Y hay un comportamiento que cada vez es más evidente: nuestra creciente adicción al móvil dopamínico y cómo nos tiene atrapados.
Libros que se abren solo por unos minutos en las tumbonas antes de ser reemplazados por la pantalla de un teléfono. Comidas familiares o entre amigos donde todos están más atentos a sus dispositivos que a disfrutar de una buena conversación. Incluso en conciertos, donde parece que es más importante capturar el momento con la cámara que vivir la experiencia de un espectáculo en vivo.
Recientemente, en un restaurante en México, nos entró un ataque de risa al escuchar la respuesta del camarero cuando preguntamos por el wifi: “La wifi aquí es: deje su celular”. Una forma brillante de recordarnos que la verdadera conexión no está en la red, sino en disfrutar de la compañía, de los buenos momentos y del entorno.
¿Te atreves a desconectar para realmente conectar?
- Conectar con momentos de trabajo individual de calidad en bloques de mínimo 30 minutos.
- Conectar en la escucha real y empática a alguien de tu equipo.
- Conectar prestando verdadera atención a tus hijos y pareja.
- Conectar en conversaciones con amigos.
- Conectar en leer un libro.
- Conectar en observar los comportamientos de las personas en reuniones.
- Conectar en observar cosas cotidianas que hemos dejado de observar.